Los textos indígenas del mundo Náhuatl (Aztecas, Texcocanos, Tlaxcaltecas, etc.) dan su propia versión acerca de la fundación de Teotihuacan. Relacionando a la ciudad de los Dioses Sagrados con el mito de las edades o Soles, afirmaban que en ella había tenido lugar en tiempos remotos la creación del Quinto Sol, y de la Luna, que alumbran a la humanidad en la edad presente: «Cuando aun era de noche, cuando aun no había día, cuando aún no había luz, se reunieron, se convocaron los Dioses allá en Teotihuacan. Dijeron, hablaron entre sí: «¡Venid acá, OH Dioses! ¿Quién tomara sobre si, quien se hará cargo de que haya días, de que haya luz?».

En Teotihuacan, como lo muestran los incontables descubrimientos, parecen hallarse las raíces y los moldes culturales básicos que después habrán de difundirse por toda la zona Central de México. Así por ejemplo en la arquitectura, sus pirámides con su orientación especifica, sus plazas y palacios, son como el paradigma implícito de ulteriores creaciones del Arte Real u Objetivo (que deja Enseñanzas del Ser para la posteridad). En Teotihuacan fue donde tuvo lugar el máximo esplendor artístico, religioso, científico y filosófico de las culturas antiguas del México Central.

La sola contemplación de algunas de sus pinturas murales como las descubiertas en el Palacio de Zacuala, así como el Templo de la Serpiente Emplumada (la llamada «ciudadela») permite afirmar que, en la antigua ciudad de los Dioses, la Religión y el Arte Objetivo, se relacionaban íntimamente. Allí se veneraba desde tiempos antiguos al que se convertiría en símbolo de la Sabiduría Náhuatl y Maya: Quetzalcoatl-Kukulcan; el Dios barbado, las cabezas de Serpiente Emplumada, la tinta negra y roja de las pinturas, todo evoca el recuerdo del Antiguo Cristo Mexicano, origen de las Enseñanzas Salvadoras del México Antiguo.

Fue en Teotihuacan donde surgió la grandeza Tolteca con el Cristo Quetzalcoatl, quien enseñó el Evangelio del «Maíz Genuino, Nuestro Sustento», como dice el Popol Vuh. Los pueblos orientales representaron el «Ens Seminis» con el arroz; los pueblos cristianos con el trigo, y las culturas Mesoamericanas con el Maíz. Por eso en los anales de los Toltecas, se dice «QUE LOS ANTIGUOS DIOSES SE PREOCUPARON POR PLANTAR UNA NUEVA ESPECIE HUMANA SOBRE LA TIERRA». La creación del Hombre Nuevo solo se lleva a cabo, con la Suprasexualidad, que enseñó el Salvador Quetzalcoatl, clave que se encuentra en el «maíz blanco y el maíz amarillo», y que el Gnosticismo ha dado a conocer: «Conexión del Phalo-Útero sin eyacular jamás el «Ens Seminis».

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